Una visita no muy agradable {Bella}

El último encuentro con la vampiresa, había sido duro para él. No se esperaba descubrir tan pronto la verdad. Y ahora tenía que decidir sin contar ese secreto. Sabía que si lo hacía, tendría consecuencias bastantes malas. Dudaba en si contarlo o no. No quería que la hicieran daño. Pero tampoco quería poner en peligro a la humana. La dudaba estaba en su cabeza. Tenía que elegir en hacer lo correcto o callarse la presencia de la vampiresa. Sabiendo que por ocultarlo, intentarían matar a su amor de la niñez. Las le habían hecho daño, pero no quería la muerte de ninguna. Tan idénticas, y tan distintas. Una chica fría y otra chica templada. La muerte estaba seguro de alguna de ellas dos. Él solo se limitaba morderse su labio inferior. Todavía seguía pensando que hacer. Al final, optó por la opción correcto. Lo mejor sería que fuera a Forks. Y contará a Bella sobre lo que estaba sucediendo.

La noche ya se había puesto en el cielo. En estos momentos, ella estaría durmiendo. O tendría la presencia del chupasangres en su habitación. Él no quería que se enterarán de lo que ocurría los Cullen. Ellos no serían tan buenos como lo podía ser la humana. Seguramente, quieran la muerte de la vampiresa. Y lo harían. A ellos no les importará los sentimientos de él por la vampiresa. Solo se preocupaban del bienestar de Bella, y no del licántropo. Se había vestido con unos pantalones vaqueros, y unas deportivas. Y decidió ir en moto hasta la casa Swan. Conducía a gran velocidad. Solo lo hacía por nervioso o lo dudoso que estaba. Lo único que le extrañaba de todo esto, es que ellos no se hubieran enterado de la presencia de Audrey. Alice, lo debería haber visto. Era todo tan raro. Pero ahora lo único que tenía que hacer, es contar la verdad. Ese secreto que lleva ocultando bastante tiempo.

Una vez que llegó a la casa Swan. Se bajó rápidamente de la moto, y corrió hacía la casa. Luego, escaló la pared para llegar ala ventana de su habitación. Se encontraba abierta, por lo que entró perfectamente. No había nadie. Pero las luces se encontraban encendidas. Por lo que decidió esperarla. Se sentó encima de la cama. Y seguía mordiéndose el labio inferior.

Noche. Noche cerrada. Bella Swan yace en su habitación, encima de la cama. Ha perdido la cuenta de cuántas vueltas ha dado ya entre las sábanas. Cuando asume que va a ser incapaz de pegar ojo hasta dentro de unas horas, enciende la lamparita de la mesa y se incorpora, lentamente. Acostumbrada a temer la llegada de Victoria, el sueño de la muchacha se ha vuelto sensible y débil. No era necesario demasiado para turbarla. Y el cadáver de la pelirroja, asesinada en extrañas circunstancias, era más que suficiente. ¿Qué podría haberla matado? ¿Quién podría haber sido? Alguien que no la encontrara de su agrado, desde luego. Pero, por lo que Bella sabía, muchas razones habrían de haber para acabar con la vida de un vampiro, siempre y cuando no se tratara de mero instinto racial. Cabía la posibilidad de que hubiera sido algún licántropo, pero era imposible. Los metamorfos más cercanos de Forks eran los metamorfos de La Push, y estos no cruzarían la frontera establecida con los Cullen ni siquiera en aquellas circunstancias. Además, Sam ya había informado a Carlisle; no tenían nada que ver con ello. Solo quedaba la posibilidad de que fuera otro vampiro. Uno, dos. Puede que más. Pero, nuevamente, necesitarían importantes razones para hacerlo.

Bella está nerviosa. Angustiada. Que existieran vampiros amenazando contra otros vampiros no hacía sino preocuparla más. Los Cullen. Si aquellos vampiros tampoco encontraban de su agrado a la familia vegetariana por los motivos que fueran, correrían grave peligro en el pueblo. Pero no iban a marcharse por que ella se lo pidiera, no. Claro que no.
Respira hondo un par de veces. Necesita relajarse. Se levanta, y marcha al cuarto de baño, observando su rostro demacrado por la ansiedad y la falta de sueño. Se acerca al lavabo e inunda su rostro en el agua fría un par de veces. Todo va a salir bien, se dice a sí misma. Claro.
Regresa a su habitación, calmándose, cuando un nuevo golpe ataca a su débil y sencillo, humano corazón. Un grito ahogado se escapa de entre sus labios antes de poder asimilar de quién se trataba.
- Jacob, me... me has asustado -es lo primero que le dice, comenzando a respirar con normalidad-. Es tarde, ¿no? -comenta, frunciendo el ceño. No está, precisamente, acostumbrada a visitas nocturnas por parte del lobo-. ¿Qué estás haciendo aquí?

Seguía sentado esperando a la humana. El pie derecho lo movía bastante rápido. Ya estaba comenzando a hacerse un poco de daño en el labio. Pero así actuaba cuando estaba nervioso, o tenía miedo. Lo que sentía no era solo miedo, también preocupación, por las dos. Bella ya tenía demasiados problemas. Y esto nuevo, seguramente que ya no la dejarían dormir. Eso era lo que pensaba él. Pero prefería contárselo a ella, que a sus amigos, los chupasangres. Ellos no tenían problema en ocultar esa información a Bella, pero no se fiaba de que dejarán viva a la vampiresa. No, no podía contarlo. Sí, lo tenía que contar. La duda seguía en su cabeza. Y solo tenía que elegir una opción. ¿Ver muerta a la humana o a la vampiresa?
Ella pronto llegó a la habitación. Se asusto. Normal, no esperaba su visita. Él vino sin avisar, pero como hacía casi siempre. Por lo menos, no estaba con el chupasangre. ¡Que raro!. Pensó. - Lo siento no era mi intención asustarte. - comento con una pequeña sonrisa divertida en su rostro. Quería que le viere bien. Si ella le veía preocupado, entonces ella se preocuparía aún más. La conocía perfectamente. - He venido a visitarte y a... - se levanta de la cama y se acercando caminando lentamente hacía ella. - Yte tengo que contar algo muy importante. - comenta ahora con una voz más seria, y con un rostro de preocupación. Ya la había asustado, así que ya estaría preparada para que descubriera a su “hermana gemela”, es decir, que supiera la presencia de la vampiresa.

Giró su vista hacía la ventana. No sabía como comenzar a contar lo que estaba sucediendo. Era algo fuerte de contar. Y sobre todo, algo que pondría muy a asustada a la humana. Lo tenía que contar con tacto. Y sin intentar hacerla tener miedo. Aparte a ella no la iba a pasar nada estando él licántropo vivo. Él la iba a proteger antes que a la vampiresa, no la iba a pasar nada. De eso estaba seguro. Pero igualmente, tendría que vigilar de cerca a Audrey, era peligrosa. Y no la temblará el pulso en matar a la humana cuando la tenga en frente. Por lo que había que crear un plan, pero sin matar a la vampiresa. Era difícil para él. Porque no sabía que hacer, solo que tenía que proteger a las dos. A una más que a otra. Pero a las dos las amaba. Y aunque ninguna quisiera estar con él... no iba a permitir la muerte de ellas. - Lo que te tengo que contar, es algo malo. - comenta girando su vista hacía ella. Se lleva una mano a la cabeza y se la pasa, luego deja caer la mano de nuevo.

Una sonrisa se dibuja en su rostro a modo de respuesta. Respira hondo, algo más calmada. Su corazón últimamente estaba dando tantas vueltas, tantos saltos repentinos, que le daba la impresión de que a la mínima de ver amenazados a sus seres queridos o de verse ella misma en peligro, no aguantaría más y sufriría un paro cardíaco. La sonrisa del licántropo le infunde tranquilidad. Y le inspira una infinidad de cosas agradables. No ha olvidado -ni olvidará nunca- que fue aquella misma sonrisa la que actuó como salvavidas cuando Bella se vio hundida en su noche más oscura.
Bueno, por lo menos no se ha reído, piensa entonces. Recuerda perfectamente aquella época en la que se convirtieron en amigos inseparables, y el pique entre ellos parecía omnipresente en su relación. Las cosas eran diferentes durante aquellos días. Más sencillas. También más duras, no lo neguemos. El vacío en su pecho le provocaba un dolor insufrible. Pero, al menos, la situación resultaba mucho más llevadera y estable que la actual. Entonces, ni siquiera sospechaba que Jacob se convertiría en un metamorfo. Desde luego, las cosas eran diferentes.

La suave sonrisa desaparece de su rostro cuando continúa escuchando al lobo. Algo importante. ¿Importante como qué? Lo ignora. Toma asiento en la cama, junto a él. Sea lo que sea, evidentemente era importante. De no serlo, probablemente hubiera esperado a verla mañana; incluso una llamada telefónica habría sido suficiente. Suspira lentamente. Estaba claro que, aunque intentara ocultarlo, el tema era de su preocupación. ¿Le incumbiría a ella? Muy probablemente sí. Sí era cierto que, para Bella, Jacob seguía siendo su mejor amigo, y podía contarle todo aquello que le turbara por insustancial que fuese. Pero desde que Edward regresó, su relación se había enfriado. No tanto como para romper definitivamente su amistad, pero sí lo suficiente como para perder aquella innegable confianza inicial. Bella volvía a reafirmarse como la chica vampiro y, ahora que Jacob era un licántropo, una barrera se dibujaba entre ellos de forma inevitable.
Con todo, su preocupación va en aumento cuando Jacob sigue hablando.
- ¿Ha ocurrido algo, Jake? -¿Algo malo? No había sido lo suficientemente explícito. ¿Algo malo hecho por él? ¿Algo malo que había visto? No puede asegurar nada mas, en su situación, sabe que puede esperarse cualquier cosa. Le escruta con la mirada, entendiendo que el tema no sólo es serio; también es grave.

Lo que le iba a contar tenía una buena ventaja. Era una excusa perfecta para ver a Bella. Ella seguía igual para él. Y la veía más hermosa aún. No entendía como quería ser una vampiresa. Ella era perfecta tal y como era. Como humana. Aunque tenía que respectar su decisión. Y a lo mejor no llegaba viva a ser vampiresa. No lo pensaba para fastidiarla, sino porque estaba en peligro. Y no solo por Audrey, también por Victoria y esos tal Vulturis. No los conocía pero ella le había contado como eran. Se imaginaba que serían fríos y serios. Vampiros que hacen respectar sus leyes. Eso de los Vulturis a él le causaba un poco de gracia. Pero los Vulturis sería como para él, el líder de la manada de los licántropos. Aunque bueno, tenía que apartar de la mente a esos vampiros y preocuparse por los problemas que tienen ahora.
Su cara de preocupación seguía en su rostro. No sabía como darla la noticia. Era difícil de explicar. Pero prefería contárselo a ella, que a los Cullen. Y lo peor era, que los vampiros y los licántropos, tendrían que repartirse el trabajo. Unos tenían que vigilar a la pelirroja, y otros tenían que vigilar a la vampiresa idéntica a la humana. Pero bueno, antes tenía que hablar con Bella con claridad sobre lo que pasaba. Y luego se lo contarían a los demás.

- Bella, lo que te tengo que decir es algo serio. - comenta mientras agarra la mano de Bella y la junta con la suya. Cierra los ojos al notar la temperatura de su piel. Perfecta, pensó. - Es algo que te ocultado un tiempo, pero porque pensaba que no iba contra a ti. - primero la tenía que contar la verdad. Lo mejor sería decirla que se lo ha ocultado, pero porque no se imaginaba esa maldad por parte de la vampiresa. Él se había imaginado, que estaría por Forks no por algo bueno, pero no parar matar a Bella. Eso le había pillado por sorpresa. - Digamos que tienes una hermana gemela. - comenta con una suavidad en su tono. Cambia la expresión de su cara a una pequeña sonrisa. La tenía que tranquilizar. Intentaba que ella no viera el miedo en su cara. Aunque lo ocultara, el tenía el miedo en sus venas. Ella era bastante fuerte con lo de la pelirroja. Pero si se entera de esto nuevo no creo que sea tan fuerte. En algo momento ella se tendría que hundir. Pero nunca lo veía. Solo notaba la intranquilidad en su mirada.

Ah, Jacob. Sí. La preocupación se dejaba ver cada vez algo más en su rostro, a cada palabra que pronunciaba parecía olvidarse de ocultárselo. Si algo tenían en común tanto Edward como Jacob, era que ambos parecían estar obsesionados con protegerla ocultándole la verdad, fuera lo peligroso que fuera el hecho de que permaneciera hundida en la ignorancia. Aunque, bueno, al menos Jacob siempre acababa contándoselo todo. Como cuando los metamorfos y los Cullen tuvieron un enfrentamiento en la frontera al tratar de dar caza a Victoria. Le tuvo que sacar la verdad a Edward con sacacorchos. En cambio, Jacob se lo contó todo con facilidad pasmosa. También es cierto que tenía intenciones de crear problemas en la confianza de nuestra relación pero, igualmente, el lobo siempre acababa mostrándose sincero con ella. No siempre con las mejores intenciones, pero prefería... saber.
Suspira al sentir el contacto de la mano de Jacob con la suya. Su piel arde, como siempre desde que ya no es sólo Jacob. Los metamorfos siempre tenían una temperatura por encima de la humana. Detalle tanto o menos chocante que la temperatura de los vampiros, varios grados por debajo de la media humana. No obstante, a la temperatura corporal de Edward estaba más que acostumbrada. La piel de Jacob todavía la dejaba sorprendida bastante a menudo. Tal vez porque se trataba de un dato acerca de él que todavía no había asimilado y que, seamos sinceros, probablemente no asimile nunca. De pronto, te ves envuelta en disputas entre criaturas sobrenaturales, de esas que hace tiempo sólo pertenecían a los cuentos de miedo y leyendas urbanas.

Se recoge un mechón detrás de la oreja, observándolo perpleja, tratando de no quedarse ensimismada en sus pensamientos. No le entiende. Pensaba que no iba contra ti. ¿Se trataba de algo? ¿O de... alguien? La confesión que viene a continuación consigue dejarla algo confusa. Le mira sin comprender, buscando algún tipo de broma al respecto. El rostro de Jacob no se muestra sarcástico o bromista, en absoluto.
- ¿Qué... qué quieres decir? - se atreve a preguntar; sigue sin ser demasiado explícito, a su parecer. Como si tuviera miedo de tratar el tema de forma directa. Le gustaría poder adivinar por dónde van los tiros, pero es incapaz. Una hermana gemela. ¿Pero qué...? Se queda en blanco.

La cara de ella no le mostraba miedo ni preocupación. Parecía algo confusa por lo que le había dicho. El problema es que como no sabía como contarla la verdad. No sabía cual iba a ser su reacción. Y si ella decidía contárselo a los Cullen, él ya sabía perfectamente, es ese caso, que había perdido a la vampiresa para siempre. Pero a la vez si no lo contaba, entonces la que estaría muerta fuera la humana. Porque no tendría protección por parte de los Cullen ni de la manada. La duda si estaba haciendo lo correcto atormentaba sus pensamientos. Pero eso era lo mejor. Decir la verdad. Aunque ya sabía que traería muchas malas consecuencias. A lo mejor conseguía convencer a la humana de que no hicieran daño a la vampiresa. Ella era buena chica. Solo que nunca debió salir con el chupasangres, y ahora mismo no estaría pasando esto. Lo que hacía el amor, pensó.
No quitaba su mano de la de ella. Le gustaba estar en contacto con la temperatura de su piel. Una temperatura cálida, que no llegaba a ser tan caliente como la del licàntropo. Era sensaciones diferentes al tocar la piel de la vampiresa y de la humana. Una era fría como el hielo, y la otra una chica cálida. Pero les gustaba tocar su piel. Para él era algo hermoso. Notar la sensación de sus temperaturas.

Ya era el momento de contarle la verdad. Tenía que ser cuidadoso con las palabras que utilizaba. No quería asustarla. Pero tenía que hacer. Tenía que hablarle de la presencia de la vampiresa y de sus intenciones contra ella. - Bella, estas en peligro. Y no solo por parte de la pelirroja. - comenta con un tono de preocupación, pero no muy alterado. Se lo comento con suavidad. Mientras acariciaba su mano lentamente. - Hay una vampiresa.... - no podía contárselo. No podía delatar a Audrey. No podía hacerlo. Era difícil para él hacer esto.¿Porque no podía hacerlo? ¿Estaba tan enamorado de la vampiresa? Esas preguntas eran las que ahora recorrían su mente. No podía permitir que la hicieran daño. Pero tampoco a la humana. No estaba preparado para contarlo él. Era complicado delatar a alguien, de la que estas complemente enamorado.