Audrey K. Greece {ID}

Audrey es una chica bastante alta, bordeando el metro setentena {1'69 cm}, y que con el tiempo, ha perdido la dulce imagen de la niña de piel rosada y mejillas rechonchas con los rizos cobrizos que tuvo antaño, muchísimo tiempo atrás. Sin embargo, si algo no ha perdido jamás, y esto no ha sido la sonrisa, ha sido esos dos ojos oscuros verdosos que adquirió de su madre y que, son la viva imagen de la expresión. Por lo menos no los perdió gracias a su don.

Su larga melena cae lisa sobre la espalda, a pesar de que tiene un cabello ciertamente moldeable y puede peinarlo a su antojo -cosa que adora- también tiene su parte de rebeldía y permanece ajeno a las indicaciones de su maestre. Tiene un hermoso rostro, digno de la descendencia griega, en forma de corazón, con la nariz redondeada y una tez blanquecina que no adoptó precisamente de su madre, sino de su abuela. Pero de eso hace tanto tiempo... . Aparte de esas caracterísitcas dulces e infantiles que acabamos de comparar con su antigua apariencia, encontramos también, rasgos de toda una mujer, de toda una digna vampira que se preste, con unas caderas y unos pechos compensados al cuerpo. El color de su cabello, es de un castaño oscuro con reflejos claros. A parte de esos rasgos, uno de los factores más atrayentes de la vampira, son sus labios, de un tono rosado más bien oscuro, de un tacto suave y electrizante, que embelesa a cualquiera mientras está hablando. Su pulso, nulo. Si pasamos a hablar de la ropa que suele llevar, no hay día que se ponga algo concreto por que lo haya pensado antes, sino, que se coloca lo primero que encuentra en el armario, a pesar de que le encanta llevar siempre pantalones, también lleva vestidos. Como cualquier chica, adora la ropa, no es ningún secreto, pero nunca se volverá loca por conseguir alguna prenda en especial. Existe en ella, la imagen de una chica dura, la que coloca su brazo en jarra en la cadera y te mira con soberana prepotencia. Su sonrisa verdadera, de la que podemos extraer la falsa dulzura, es pérfida, diábolica y con un toque de diversión. Sus ojos, reflejan la seguridad en si misma que tanto deniega en su rolleo de la chica mortecínamente buena, su prepotencia y soberbia e incluso el enorme ego escondido bajo la cautela de un puma. Suele vestir con poco colorido, siempre solía llevar negro.

Es una gran atleta y de ahí a que su complexión sea más bien delgada. Todo lo que es ejercicio lo domina con precisión, y lleva entrenandose en combate cuerpo a cuerpo y demás aspectos atléticos desde pequeña, le gusta la acción y no se deja manipular.

Aidara de Apolo || Hija || Desconocido (?
Apolo de Dionis || Marido || Fallecido
Apolo hijo de Apolo el guerrero || Hijo || Fallecido
Aquelarre Griego || Hermanos || Grecia & cercanías. Siempre cerca.
Isabella M. Cullen || Desconocido || Forks

Bajo los rayos de una antigua civilización griega nació la pequeña hija de Atenea, descendiente de una de las grandes familias de su barrio, Audrey. En la cuna ya era una hermosa niña que con sus rasgos humanos empezó a desempeñar un culto a los dioses en una época temprana ¡Pero los Dioses la perdonaran por su mentalidad futurista! ¿Qué mejor vida que la humana? Efímera y llena de sentimientos. Admiraba su vida y de ahí es donde cree que vino su don.

Se casó a una edad temprana. Quince años, bajo la bendición de las dos familias y de la mismísima Hera. ¡Cuán feliz destino! La hierba trajo al mundo a su pequeño y desgraciado Apolo. Próspera y feliz vida de pareja en el palaciego y hermoso castillo que las familias pudieron construir en aquella época. Por lo menos lo fue hasta la llamada de su marido, que se llamaba igual que su pequeño. La noticia se juntó con otra igualmente importante, Audrey estaba embarazada. Justo antes de la noticia del fallecimiento de su marido, nacería Aidara, su pequeña Aidara. Fue, junto a su pequeño Apolo los motivos de que Audrey no se desquiciara y perdiera la vida en sus propias manos.


Sus niños dormían. Corría el pequeño mito de que un ser sanguinario recorría las calles de Atenas en busca de virginales y hermosas mujeres para poseerlas hasta el amanecer y después dejarlas sin una gota de sangre. ¿Tenía miedo Audrey? No. Por supuesto que no, por que para aquel entonces su personalidad actual parecía aflorar. La viuda de Apolo había criado a su pequeño como todo un hombre respetable y ya contaba con seis años. Tenía los mejores modales y lo que es mejor, era la viva imagen de su padre. Posó un beso en su frente, maternalmente y se acostó.

Tres días después, despertó en un descampado de Atenas, desde el que podía ver el Pantenón, pero no era un sentimiento humano el que poseía entonces. La garganta le ardía. Igual que los remordimientos de haber abandonado a sus pequeños. Corrió a casa, con una extrema velocidad que ni conocía y encontró a su madre. Ya canosa y abuela de sus pequeños, cuando ella solo contaba con dieciocho años, su madre ya superaba los cuarenta. Sintió unas indeseables ganas de matarlos a todos, y fue su pequeño bebé que ya comenzaba a gatear quién se colocó en el lugar más oportuno. ¡ Cuán orgullosa estuvo siglos después de la valentía de su pequeño Apolo! Se colocó delante de su hermana para protegerla. Y le costó la vida. No recuerda con exactitud que ocurrió después, lo último que recuerda es acariciar, como tantas veces hizo, la cabeza de su pequeña y prometerle no estar de vuelta nunca. Justo antes de posar un beso en la frente de una madre que la repudió en ese mismo instante. " ¡Mi pequeña Audrey y Apolo han muerto! " chillo encolerada.

Ella enterró a su pequeño junto a la memoria de su padre. En el mismo prado. Y vuelve ahí siempre que necesita algo.


Actualmente reside en Forks, junto a los que son ahora su familia. La pequeña Dessie, Circe, que es como una hermana mayor o una madre, Eneas, al igual que Circe casi una figura paternal, Altaír, relajante y misterioso, es al que más aprecia por sus silencios y por último a Nestor y su pequeño, son sus favoritos. Y no se siente mal por ello. Tiene la mejor no-vida que nunca imaginó.

¿Pero enamorarse de un lobo que está también enamorado de tu réplica, a la que debes matar? No. Eso sin duda no lo quiere en su inmortalidad. Está bastante confusa, pero tiene una misión y debe cumplirla. Debe matar a Isabella Swan.